lunes, mayo 01, 2006

La mentira tiene las patas muy cortas
comentario sometido por 'Salpa Fuera'
Aníbal y Rosselló.

El ex-Alcalde de Bogotá y Senador, Enrique Peñalosa Londoño, estuvo en Puerto Rico el mes pasado y el 28 de marzo ofreció la charla Elementos para la construcción de una visión de ciudad. Bastante temprano en el transcurso de la misma estableció que:

“La ciudad es el último resquicio de la ideología”.

Defino estas palabras, ya que pienso que hablar sin sentido es como mentir. La vigésima segunda edición del Diccionario de la Lengua Española dice así:

Ciudad. Conjunto de edificios y calles, regidos por un ayuntamiento, cuya población densa y numerosa se dedica por lo común a actividades no agrícolas.

Resquicio. Huella, rastro.

Ideología. Conjunto de ideas fundamentales que caracteriza el pensamiento de una persona, colectividad o época, de un movimiento cultural, religioso o político, etc.

O sea, que si el conjunto de edificios y calles en que vivimos es el rastro de las ideas que describen nuestra sociedad y cultura, entonces Puerto Rico está en poco menos que un estado de guerra. Aquí describo los valores de sociedad que nuestra ciudad está reflejando.

Devastación. Cuando nos alejamos de la mentira del automóvil para usar otros medios de transporte, sea el tren urbano, o sean nuestras piernas, la ciudad se nos refleja tal como es. Como ejemplo, la vista de los alrededores de la estación de tren de Cupey es lastimosa. Siendo ese lugar un espacio tan especial por albergar las dos partes del jardín botánico más el edificio de Recursos Naturales y de Calidad Ambiental, lo que ve el pasajero del tren es una serie de estructuras derruidas y una melcocha de escombros que recuerda a un país que ha sido bombardeado. Y es más, si se intenta cruzar esa calle caminando, percibiremos la total indiferencia por la dignidad humana que nos ilustra este peligroso espacio.

Saqueo. La tala indiscriminada de árboles es una afrenta a todos los ciudadanos del país. Qué mejor ejemplo de los peores valores que el desagravio por abuso de nuestros recursos naturales comunes a todos. Y el saqueo no se limita a este ejemplo. Me convencí de que habíamos tocado fondo cuando escuché la noticia de que en el Instituto de Ciencias Forenses les estaban robando las prendas a los muertos. Me dije: “Caramba, pero si esto es lo que ocurre en un país en guerra: el saqueo de los cadáveres o de aquellos que van a morir”. Cualquiera en el extranjero que oye esta noticia jura que nos estamos muriendo del hambre en Puerto Rico. Y así podría ser, porque acto seguido re-emitieron la noticia ya sabida de que el saqueo de nuestros terrenos agrícolas nos pone en una situación verdaderamente precaria al carecer, en caso de paro de importaciones, de alimentación suficiente. Supongo que de esta hipótesis volverse realidad, tornaríamos al canibalismo.

Ultraje. Y llegamos a lo peor. A veces quisiera ser más inconsciente para no ver las cosas, pero no deja de impactarme cierto museo recientemente remodelado en Santurce, que ubica al lado de una escuela legendaria. No dejo de pensar cuán mal estamos cuando los fondos se invirtieron en un museo que parece un club privado (con los carros estacionados sobre el césped y todo) mientras los estudiantes pasan su día en las peores condiciones, sin aire acondicionado (¡ni qué hablar!) en un edificio feo y sucio. Cuando escuché que el gobierno comenzaría por cerrar las escuelas ante la crisis fiscal, pensé: “estamos ultrajando a nuestros niños, privándolos de su educación que es lo único con que ellos cuentan para su futuro, que es cada vez más competitivo”. Me indigné más de lo saludable, pensando que en otros países, ENTERRARÍAN SUS CABEZAS BAJO LA TIERRA DE LA VERGÜENZA de pensar tan sólo en cesar el servicio de educación antes que eliminarle las escoltas y las dietas a algunos que se hacen llamar “honorables”. Y cuando pensé que esto era el colmo de la indignación, escuché la noticia de que un maestro de religión de una de las mejores escuelas privadas del país violó a una niña de 6 años. No digo más.

Ouch.

Devastación, saqueo, ultraje. Sin esperarlo, una noticia publicada el viernes 21 de abril de este año* confirmó mi triste hipótesis: la investigadora Alma Irizarry Castro dijo en conferencia de prensa que Puerto Rico ha ocupado el tercer lugar a nivel mundial en homicidios, superado sólo por Colombia y el Salvador. Usó datos de años en que estos países se encontraban – y en el caso de Colombia, aún se encuentra – en guerra.

En mi opinión, sólo tenemos que ser observadores medianamente dotados para ver en nuestra ciudad los valores retorcidos con los que vivimos. Puerto Rico está en un estado de guerra, lo que nos diferencia de El Salvador o Colombia es que no hemos tenido el valor de aceptarlo. Estamos inmersos en una insensibilidad que perpetúa estas faltas, tal cual se insensibilizan los combatientes ante el terror constante y el horror antes de enloquecer. Detrás de todos estos síntomas en nuestra ciudad hay enfermedades, y muchas tienen nombre y apellido. Todo lo que tiene que ver con nuestro estado ambiental, económico y social dependió en su momento de ideas y acciones que tomaron diferentes personas.

Si no queremos prolongar esta agonía, debemos realizar un ataque frontal al asunto. Esto no significa violencia, un ataque directo es una denuncia clara. Si he dicho que parece que estamos en un estado de guerra, entonces lo que debemos hacer es buscar responsables y juzgarlos. Esto es, a fin de cuentas, lo que se hace con los criminales de guerra. Se los busca, enjuicia, y se los hace pagar por sus crímenes. Todos los que tienen algún rastro de conciencia saben quienes son. Y todos los que se toman con un mínimo de seriedad el futuro de esta isla debieran hacer lo mismo.

Esto no ha terminado. Esto acaba de comenzar. Busquemos a los responsables. Hagámosles cumplir su palabra, o su condena, ellos deciden. En Puerto Rico, no debiera existir la pobreza, porque presupuesto no falta. El problema es administrativo. Aún así, más del 60% de las personas viven en el nivel de pobreza relativa. ¿Dónde están nuestros parques, nuestras fuentes y nuestras aceras? La ausencia de todos ellos contribuye y es prueba de nuestro malestar social. Si no desean estos “responsables” modificar su conducta, o si como pueblo somos incapaces de exigir que sean juzgados, entonces sólo nos queda una opción. Deberemos exigirles a estos culpables impunes que hagan lo que hasta una Bebé sabe decir: “echa a correr sin mirar atrás”*.

Rosselló se confiesa.

* Puerto Rico: tercer país más violento. El Nuevo Día, viernes 21 de abril de 2006, página 10.
** De la canción “Corre”, letra por la cantante pop española Bebé, álbum Pafuera Telarañas.

Este comentario fue sometido a IKE PASA, PR por Salpa Fuera, 30.04.06