EL GRAN RETO DE DEFINIR LA COSTA
por Joel A. Mercado

En días recientes, visité la conocida playa de Vacía Talega en Loíza. Cerca del área donde me encontraba, había un fragmento del tronco de un árbol parcialmente enterrado en la arena. Era un pedazo de madera hermoso; quién sabe cuántas millas había recorrido hasta llegar allí. Imaginé tallar un instrumento con ella y lamenté no poder llevármelo conmigo ese día, pues sabía que en poco tiempo ya no estaría allí. Y es que las playas, un componente esencial de nuestras costas, son sistemas que cambian incesantemente debido a la influencia que ejercen diferentes fuerzas de la naturaleza, como lo son la marea, los huracanes y la erosión.
Las costas, en general, son catalogadas como ambientes dinámicos donde hay una alta tasa en transferencia energética. Sin embargo, mucho mas dinámico y cambiante es el concepto y la definición que tenemos de la costa o la zona costanera. ¿Es más correcto referirnos a ‘costa’ o a ‘zona costanera’? Hablar de “costas” resulta ser bastante generalizado y somero, aunque no incorrecto. “Zona costanera” es un concepto mucho más formal y, por consiguiente, más utilizado en el argot científico.
Ante el reto de intentar definir lo que es la costa, confirmé tres cosas que sospechaba. La primera es que realmente todo depende del cristal con el que lo mires. Probablemente para un geólogo, la definición de la zona costanera varíe considerablemente de la definición que tenga un biólogo marino. Segundo, que cada país probablemente tenga una definición distinta de lo que es la costa. Esto se debe a que somos distintos: nuestra naturaleza y realidad varían de país en país. Tercero, que son muy pocos los que se han atrevido a construir una definición conciliadora de lo que es la costa y de los elementos biológicos y fisiográficos que la componen.
Comenzando por la definición más básica, el Diccionario de la Real Academia Española define la costa como la “orilla del mar, de un río, de un lago, etc., y tierra que está cerca de ella”—una definición que aunque sencilla, es bastante aceptable. Sin embargo, resulta ser una definición un poco confusa debido a que menciona cuerpos de agua dulce, cuando estamos acostumbrados a asociar el concepto de las costas con elementos intrínsecamente marítimos y/o de agua salada.
En el caso de Puerto Rico, El Programa de Manejo de la Zona Costanera de Puerto Rico del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) define a la zona costanera como la “Franja de terreno costanero y las aguas adyacentes a Puerto Rico y a las islas adyacentes dentro de su jurisdicción, delimitada por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales y aprobada por la Junta de Planificación y por el Gobernador de Puerto Rico, que se extiende mil (1,000) metros lineales tierra adentro desde la línea de costa y, además, distancias adicionales, hasta donde sea necesario para asegurar que se incluyan los sistemas naturales claves de la costa, así como las aguas y el suelo oceánico o marítimo que se extiende tres (3) leguas marinas (10.35 millas terrestres) aguas adentro.” El propósito de esta definición es claramente comunicar una política operacional de esta agencia. Con esto no quiero decir que sea una incorrecta. Por el contrario, entendemos que la construcción de esta definición fue en función de los objetivos del Programa y que recoge todos los componentes necesarios para hacer cumplir las disposiciones legales concernientes al uso, manejo y disfrute de las áreas costeras. Sin embargo, se impone la cabida métrica como base para definir esta zona, relegando la importancia de los elementos biológicos que conforman la costa a un segundo plano.
Por otro lado, según el glosario del Plan de Uso de Terrenos de Puerto Rico, la costa es “la línea de orilla o borde de un país que da al mar o al océano, la cual está constituida por la línea de bajamar, que es la marea baja promedio.” Esta concepción de la costa confirma que hablar de la “costa” resulta ser un poco generalizado, aunque no incorrecto.
Hay definiciones claramente influenciadas por diferentes disciplinas. La siguiente definición: “Las costas son las aguas y las tierras adyacentes a las playas que ejercen una influencia en los usos del mar y su ecología o cuyos usos y ecología están afectados por el mar”, tiene un fuerte componente biológico y omite los aspectos fisiográficos costeros. Si dijéramos que las costas son “la porción de tierra dentro de 100 Km. entre el océano y el área del océano adyacente a la tierra”, estaríamos ofreciendo una definición basada puramente en aspectos geográficos y no estaríamos destacando los aspectos naturales que definen a la costa.
El Programa Ambiental de las Naciones Unidas (UNEP) dice que las costas son “el área de la tierra sujeta a la influencia marina y el área del mar sujeta a las influencias de la tierra”. Si fuéramos a cuantificar en términos de área superficial a las costas, esta sería definitivamente la definición que ofrece la mayor cabida. Dado su naturaleza abarcadora y conciliadora como organización mundial, esta definición que ofrece la UNEP no me sorprende.
Lo cierto es que el concepto de lo que son las costas es muy debatible. Es también muy probable que una definición no sea más correcta que otra. Las costas son lugares donde muchos factores de carácter biológico, geológico y antropogénico convergen. Es por esto que a lo mejor sea desacertado tratar de acomodar la definición de las costas en un concepto inmutable y estático.
Lo que debemos comprender es que es precisamente la naturaleza multifactorial de las costas lo que las destaca como ambientes únicos en el mundo. Esta peculiaridad supone entonces una urgencia en la conservación de los componentes que la conforman: manglares, arrecifes de corales, playas, bahías, humedales y todas las demás variedades de ecosistemas allí presentes. En definitiva, mientras las olas sigan golpeando la orilla de las playas, mientras el viento continúe transportando los granos de arena de un lado al otro y mientras las mareas continúen bañando y trasformando el rostro de nuestras costas, nuestra percepción de lo que éstas son cambiará indefinidamente.
Joel Mercado es el portavoz de "Boricuas sobre Ruedas", un grupo de seis jóvenes que intentan promover el uso de bicicletas como medio de transportación alterno. Boricuas sobre Ruedas estará realizando su primera bicicletada, "P-daleando x la Costa", los días 28 de mayo al 11 de junio del 2006 con el propósito de conocer las comunidades costeras de la Isla y documentar sus atractivos y necesidades más apremiantes. Para leer más sobre esta iniciativa, aprieta los links en el menú a mano derecha.
por Joel A. Mercado

En días recientes, visité la conocida playa de Vacía Talega en Loíza. Cerca del área donde me encontraba, había un fragmento del tronco de un árbol parcialmente enterrado en la arena. Era un pedazo de madera hermoso; quién sabe cuántas millas había recorrido hasta llegar allí. Imaginé tallar un instrumento con ella y lamenté no poder llevármelo conmigo ese día, pues sabía que en poco tiempo ya no estaría allí. Y es que las playas, un componente esencial de nuestras costas, son sistemas que cambian incesantemente debido a la influencia que ejercen diferentes fuerzas de la naturaleza, como lo son la marea, los huracanes y la erosión.
Las costas, en general, son catalogadas como ambientes dinámicos donde hay una alta tasa en transferencia energética. Sin embargo, mucho mas dinámico y cambiante es el concepto y la definición que tenemos de la costa o la zona costanera. ¿Es más correcto referirnos a ‘costa’ o a ‘zona costanera’? Hablar de “costas” resulta ser bastante generalizado y somero, aunque no incorrecto. “Zona costanera” es un concepto mucho más formal y, por consiguiente, más utilizado en el argot científico.
Ante el reto de intentar definir lo que es la costa, confirmé tres cosas que sospechaba. La primera es que realmente todo depende del cristal con el que lo mires. Probablemente para un geólogo, la definición de la zona costanera varíe considerablemente de la definición que tenga un biólogo marino. Segundo, que cada país probablemente tenga una definición distinta de lo que es la costa. Esto se debe a que somos distintos: nuestra naturaleza y realidad varían de país en país. Tercero, que son muy pocos los que se han atrevido a construir una definición conciliadora de lo que es la costa y de los elementos biológicos y fisiográficos que la componen.
Comenzando por la definición más básica, el Diccionario de la Real Academia Española define la costa como la “orilla del mar, de un río, de un lago, etc., y tierra que está cerca de ella”—una definición que aunque sencilla, es bastante aceptable. Sin embargo, resulta ser una definición un poco confusa debido a que menciona cuerpos de agua dulce, cuando estamos acostumbrados a asociar el concepto de las costas con elementos intrínsecamente marítimos y/o de agua salada.
En el caso de Puerto Rico, El Programa de Manejo de la Zona Costanera de Puerto Rico del Departamento de Recursos Naturales y Ambientales (DRNA) define a la zona costanera como la “Franja de terreno costanero y las aguas adyacentes a Puerto Rico y a las islas adyacentes dentro de su jurisdicción, delimitada por el Departamento de Recursos Naturales y Ambientales y aprobada por la Junta de Planificación y por el Gobernador de Puerto Rico, que se extiende mil (1,000) metros lineales tierra adentro desde la línea de costa y, además, distancias adicionales, hasta donde sea necesario para asegurar que se incluyan los sistemas naturales claves de la costa, así como las aguas y el suelo oceánico o marítimo que se extiende tres (3) leguas marinas (10.35 millas terrestres) aguas adentro.” El propósito de esta definición es claramente comunicar una política operacional de esta agencia. Con esto no quiero decir que sea una incorrecta. Por el contrario, entendemos que la construcción de esta definición fue en función de los objetivos del Programa y que recoge todos los componentes necesarios para hacer cumplir las disposiciones legales concernientes al uso, manejo y disfrute de las áreas costeras. Sin embargo, se impone la cabida métrica como base para definir esta zona, relegando la importancia de los elementos biológicos que conforman la costa a un segundo plano.
Por otro lado, según el glosario del Plan de Uso de Terrenos de Puerto Rico, la costa es “la línea de orilla o borde de un país que da al mar o al océano, la cual está constituida por la línea de bajamar, que es la marea baja promedio.” Esta concepción de la costa confirma que hablar de la “costa” resulta ser un poco generalizado, aunque no incorrecto.
Hay definiciones claramente influenciadas por diferentes disciplinas. La siguiente definición: “Las costas son las aguas y las tierras adyacentes a las playas que ejercen una influencia en los usos del mar y su ecología o cuyos usos y ecología están afectados por el mar”, tiene un fuerte componente biológico y omite los aspectos fisiográficos costeros. Si dijéramos que las costas son “la porción de tierra dentro de 100 Km. entre el océano y el área del océano adyacente a la tierra”, estaríamos ofreciendo una definición basada puramente en aspectos geográficos y no estaríamos destacando los aspectos naturales que definen a la costa.
El Programa Ambiental de las Naciones Unidas (UNEP) dice que las costas son “el área de la tierra sujeta a la influencia marina y el área del mar sujeta a las influencias de la tierra”. Si fuéramos a cuantificar en términos de área superficial a las costas, esta sería definitivamente la definición que ofrece la mayor cabida. Dado su naturaleza abarcadora y conciliadora como organización mundial, esta definición que ofrece la UNEP no me sorprende.
Lo cierto es que el concepto de lo que son las costas es muy debatible. Es también muy probable que una definición no sea más correcta que otra. Las costas son lugares donde muchos factores de carácter biológico, geológico y antropogénico convergen. Es por esto que a lo mejor sea desacertado tratar de acomodar la definición de las costas en un concepto inmutable y estático.
Lo que debemos comprender es que es precisamente la naturaleza multifactorial de las costas lo que las destaca como ambientes únicos en el mundo. Esta peculiaridad supone entonces una urgencia en la conservación de los componentes que la conforman: manglares, arrecifes de corales, playas, bahías, humedales y todas las demás variedades de ecosistemas allí presentes. En definitiva, mientras las olas sigan golpeando la orilla de las playas, mientras el viento continúe transportando los granos de arena de un lado al otro y mientras las mareas continúen bañando y trasformando el rostro de nuestras costas, nuestra percepción de lo que éstas son cambiará indefinidamente.
Joel Mercado es el portavoz de "Boricuas sobre Ruedas", un grupo de seis jóvenes que intentan promover el uso de bicicletas como medio de transportación alterno. Boricuas sobre Ruedas estará realizando su primera bicicletada, "P-daleando x la Costa", los días 28 de mayo al 11 de junio del 2006 con el propósito de conocer las comunidades costeras de la Isla y documentar sus atractivos y necesidades más apremiantes. Para leer más sobre esta iniciativa, aprieta los links en el menú a mano derecha.